Dexter, «El Oscuro Pasajero»

Dexter Morgan no es un hombre corriente. Trabaja como un eficaz analista forense para la siempre atareada policía de Miami, pero en sus ratos libres deja sueltas sus ansias psicópatas, su Oscuro Pasajero, y se convierte en el brazo ejecutor más sanguinario de la ley. Porque, a pesar de ser un asesino, un monstruo, Dexter tiene un importante código ético que le debe a su padrastro; Harry.

Quizá como primer contacto con la serie, esta pequeña sinopsis que acabo de desgranar resulte un poco dura; lamento mi falta de sutileza. Sin embargo cabe decir que, pese a lo tremendamente tétrico de su argumento, estamos ante un producto que consigue hacer llegar al consumidor una exótica mezcla de sensaciones; angustia, emoción, tensión, intriga e incluso algunos intensos momentos de hilaridad. Está contado con habilidad, desarrollando la personalidad del protagonista hasta tal punto que consigue que el espectador se identifique con él y entienda sus problemas y sus carencias. Por todo ello, me atrevo a decir que estamos ante un producto de calidad... Y sería un error rechazarla directamente, sin siquiera darle una oportunidad. Harry no lo haría, amigos.

Popularizada en nuestro país de mano de los hábiles dirigentes de Cuatroº, la serie americana se basa en los libros de Jeff Lindsay; si bien la primera temporada corresponde casi por entero al primero de ellos, Darkly Dreaming Dexter (maltraducido en nuestro país como «El Oscuro Pasajero»), la segunda temporada parece corresponderse en mucha menor medida al segundo tomo (Dearly Devoted Dexter, «Querido Dexter» por estos lares).

¿Es mejor la versión original que la televisiva? Probablemente. Sin embargo, los chicos de Showtime están haciendo un trabajo magnífico con la serie, de la que en octubre verá la luz la tercera temporada, tras el éxito arrollador de las dos primeras. Así que, si me preguntáis, mi consejo es no debatirse entre verlo por la tele o comprarse los libros; haced las dos cosas.