Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

27 de mayo de 2008
Este pasado día 22 hemos tenido el privilegio de poder ver al Dr. Jones en la pantalla grande de nuestros cines; y digo el privilegio, aunque muchos otros podrían decir sacrilegio, pues la crítica ha quedado dividida tras el visionado de la cuarta aventura del arqueólogo del látigo y sombrero. Quede, pues, patente de antemano mi favorable opinión hacia la nueva película, y pasemos ahora a un análisis un poco más detallado.

Aviso a navegantes: esta entrada puede estar llena de spoilers, destripamientos del film. Así que si eres como Mario y no soportas este tipo de cosas, puedes dejar de leer justo en este preciso instante (y volver otro día, claro).


20 años después

Vale, no han sido veinte sino diecinueve años. Diecinueve años desde que Spielberg, Lucas y Ford nos regalasen la tercera y hasta hace poco última entrega de Indiana Jones, La Última Cruzada. Es un tiempo considerable, y amigos míos, queda marcado su paso en los cuerpos; ya no tenemos al Indy de antaño, pero el viejo Harrison se conserva en forma; sigue saltando, soltando guantazos y usando con destreza su látigo. Sigue siendo Indiana Jones, aunque hubo quien lo dudó.

Indy crece, pero esto lleva consigo que la cronología de la narración avance con él; La Última Cruzada transcurría en 1938, y El Reino de la Calavera de Cristal lo hace en 1957 (19 años después, exactamente). Así pues, estamos en otra época; los tiempos del Tercer Reich han pasado (ya no hay nazis a los que aporrear), América vive bajo la batuta de Eisenhower, la II Guerra Mundial aún está cerca y la amenaza comunista y la guerra fría son el pan nuestro de cada día; los greasers y las Pink Ladies toman las calles y las escuelas y todos menean la pelvis al ritmo del Rey. Pues todo esto queda fantásticamente plasmado en el film, comenzando con las pruebas atómicas en el desierto de Nuevo México (y demostrando lo útil que puede resultar una nevera).



¿Sobrenatural? Siempre hubo magia...

Uno de los puntos más criticados del film es su final, completamente explícito, donde los extraterrestres hacen su aparición, abduciendo a la coronel Spalko (Cate Blanchett) y todos sus secuaces. ¡Eso es imposible! -dicen algunos. ¡Ha perdido toda la seriedad! -continúan otros. Y yo me pregunto, ¿por qué tanto alboroto?

En Indiana Jones en Busca del Arca Perdida (1981), el objeto que da título al film es tan poderoso que puede hacer invencible cualquier armada que lo posea. En Indiana Jones y el Templo Maldito (1984), a un pobre diablo le sacan el corazón con la mano. Además, no muere en el acto; vive lo bastante para poder morir disfrutando de un reconfortante baño en lava. En Indiana Jones y la Última Cruzada (1989), Walter Donovan muere de forma horrible tras equivocarse en la elección del Grial que, además, estaba custodiado por un caballero de la primera cruzada (siglo XII o XIII) que se mantiene vivo gracias al poder del Santo Grial.

Nadie se quejó entonces.

Pero ahora aparece un platillo volante y todo el mundo dice que "no es serio".



Volvamos, además, un momento al marco histórico en el que nos estamos moviendo, la América de los años cincuenta. ¿A alguien le suena Roswell, en 1947, en Nuevo México? Todo encaja, y el caso Roswell es, también, parte del legado cultural de la América de los 50.

¿Relevo generacional? No, gracias

Al final, Mutt Williams resulta ser el hijo de Indy y Marion. Mire usted, qué cosas. Quizá al final Shia LaBeouf no haya sido el Jar Jar Binks del film que algunos pronosticaban, y su aportación haya sido pasable, a excepción de alguna escena en las que las ganas de darle dos guantazos son enormes (véase la parte en la que emula a tarzán, o la escena final en la iglesia). Pero al público le cae bien, es joven, se maneja con soltura ante las cámaras y, quitándole esos horrendos sombreritos, cumple bien con las pintas de macarra.

Quizá por eso George Lucas haya visto el posible filón que supondría continuar la saga (familiar, en este caso) y presentar al público Las Aventuras de Mutt Williams Jones. A mí, sinceramente, la idea me parece un tanto herética. Ni Shia LaBeouf es Harrison Ford, ni Mutt Williams es Indiana Jones. Ya corren rumores acerca de una hipotética quinta película donde la acción recaería sobre el joven LeBeouf, mientras que el vetusto Ford haría un papel similar al que hizo Connery en La Última Cruzada. Puf.

Sin embargo, no perdamos la esperanza. Esos últimos segundos de metraje del Reino de la Calavera de Cristal sirven para que me agarre a ellos como un clavo ardiendo y reniegue del relevo generacional. ¡Mutt, quita tus sucias y pueriles manos de ese Fedora!



Concluyendo

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal es, a mi juicio, un excelente film de aventuras y una más que digna continuación de la trilogía original, aunque no alcanza las cotas de excelencia de ninguno de éstos filmes. Se agradece ver una película con escenas de verdad y un uso no sumamente excesivo de los efectos generados por ordenador (haberlos haylos, pero en mucha menor medida que otras películas del momento) que sin duda hacen rememorar tiempos mejores (cinematográficamente hablando), que será difícil que vuelvan.

Y, por supuesto, siempre es un placer volver a ver en acción al Dr. Henry Jones Jr. Por cierto, estoy vendiendo estas bonitas chaquetas de cuero...

Serpientes, ¿Por qué tenían que ser serpientes?
Indiana Jones en Busca del Arca Perdida


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1 comentarios:

  • Muy entretenida la peli, es cierto que me recuerda a las que veía hace algunos años, sin tanta cosa por ordenador y eran como los buenos conversadores, que te entretienen sin artificios y no te enteras del paso del tiempo. Pero esta vez se han pasao, siempre ha habido algo de magia, de acuerdo, pero es que esto de los aliens es ciencia ficción. A mi yo más friki le surgen preguntas como ¿entonces el Santo Grial era el tazón de desayuno de ET? Y en lo que respecta a mi desviación profesional, ya es bastante triste que se identifique a Indiana Jones con un arqueólogo, pero que se expliquen los avances de la humanidad por medio de los enanitos verdes... (y que conste que veo más creíble lo de la vida extraterrestre que lo del Santo Grial, pero amigo, eso es mezclar géneros)
    Enga, ya me he desahogao.

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