¡Malditos sean Cothran y Ponticelli!

2 de diciembre de 2007
Desde que me enteré de la aparición de un cómic basado en Alias, la serie que convirtió a J.J. Abrahms en un tipo con estrella, he estado esperando con ansia que llegase el momento de echarle el guante y poder deleitarme con nuevas historias de Syd, Sloane y compañía. Sin embargo, Pierluigi Cothran y Alberto Ponticelli han conseguido que se me atragante cada una de las 54 páginas que componen esta abominación publicada en nuestro país por Planeta DeAgostini. Pero vayamos por parte, pues la ocasión lo merece.

La historia es bien sencilla, tirando a simple, lineal y poco original. ¿Donde están aquellas tramas de la segunda temporada? Por lo visto, habrá que seguir tirando de los DVDs, porque la calidad argumentativa del cómic se reduce a las premisas dadas por la serie en sus inicios (a pesar de estar basada en las operaciones realizadas por la APO), es decir: ir y buscar información de Rambaldi. En esta ocasión, unas anotaciones para otorgar unas fuerzas sobrehumanas. Seguro que a todos nos suena de algo, ¿verdad?

Amén de la escasa originalidad, el elenco de personajes que tienen importancia se reduce al mínimo exponente: Sydney y el enemigo de turno, un tal Brubaker. Sloane, Vaughn, Marshall y Jack Bristow aparecen en un segundo plano, y Nadia, Weiss y Dixon hacen una aparición meramente anecdótica. ¡Ah! Aparece alguien más, pero como pretendo que este post sea 100% Spoilers free, me lo callaré. Por ahora.

Sin embargo, lo que me retuerce los higadillos con la fuerza de la mandíbula de un rottweiler psicópata son los dibujos, tirando a garabatos, de nuestro amigo Alberto Ponticelli, quien decidió mandar la fidelidad con el original a donde Cristo perdió el mechero, y volvió a crear a los personajes, pues posiblemente el Espíritu Santo le soplase en la oreja. Y así salió lo que salió.


Así ve Ponticelli a Jack Bristow, probablemente después de que alguna célula terrorista particularmente cruel le atizara repetidamente la cara con un saco de naranjas.


Arvin Sloane ha visto acrecentado en gran medida su similitud con una rata; Ponticelli recrea en este dibujo todos sus fracasos, sus peores temores y una ensaladilla rusa que comió en Agosto y le sentó mal.


Ponticelli descubrió que a Michael Vaughn, el color de pelo que le sentaba realmente bien era el rubio platino, y en un alarde de voydechachismo, así se lo puso. A esto se suma la decisión de Cothran de que el personaje ganaba mucho si no decía una sola frase importante en todo el cómic.


No hay mucho que decir al respecto. Creo que Kevin Weissman está pensando seriamente denunciar a Ponticelli.


Esto ya es lo peor de lo peor. Se supone que Ponticelli y Cothran han visto la serie (o al menos, algunos episodios), y que su trabajo ha sido supervisado por los editores; a su vez, los directores han sido supervisados, e incluso se ha contado con la ayuda y supervisión de los creadores de la serie. Entonces... ¿por qué demonios dibujan mal el símbolo de Rambaldi?

A modo de conclusión sólo puedo recomendar la adquisición de este residuo gráfico a todos los que deseen "completar" su colección. Sin embargo, incluso a éstos les recomendarían que se limitasen a guardarlo en sus estanterías, y no se atreviesen a echarle un ojo. ¿Para qué pasar este mal trago?
—El feo te toca a tí.
—No el feo es para tí.
—Déjarme el feo a mí.
—¿Estáis ciegos?... los dos son horribles."

Tortugas Ninja 2


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1 comentarios:

  • Argh, que cosa más fea, me siento culpable de haber colaborado contigo en la adquisición de esta abominación.

    La última viñeta perfectamente podría decir: "¡Oh no, otra falsificación china!"

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