Dime lo que cantas y te diré como eres

14 de febrero de 2007
Las películas Disney siempre han destacado por sus canciones. Sin embargo, mientras todos alucinaban con cursiladas como Es la noche del amor, Un mundo ideal y similares, el que suscribe prestaba atención a las canciones que interpretaban los villanos. Jaffar, Scar, Gastón, Úrsula, El Capitán Garfio... son los que hacen al héroe, quienes llevan gran parte de la tensión argumental y, en muchas ocasiones, quienes tienen letras con más significado. Para muestra, un botón.

Tenéis el instinto atrofiado, ¿no oléis a carroña real? Os hablo de un rey condenado... ¡si falláis, será vuestro final!

Scar (El Rey León). Probablemente uno de los peores malvados de la factoría Disney. No solo tiene grandes aspiraciones al trono, sino que no le importa pasar por encima de los cadáveres de su hermano Mufasa y su sobrino, el repelente de Simba. Para conseguirlo va a contar con un ejército de hienas (+), a las cuales desprecia ("Hienas vulgares e infames, carentes de toda virtud. Pero guiadas por mi talento e ingenio, mi reino llegará a su plenitud."), miente ("Yo seré el rey. Apóyadme y jamás volveréis a pasar hambre.") y extorsiona ("Cuidad un pequeño detalle, sed fieles o será peor. Tenéis un futuro dorado si no olvidáis quién manda aquí. Mas quiero que quede bien claro... ¡no daréis un bocado sin mí!"). Obviamente, maltratar a quien te ha llevado al poder no trae nada nuevo, y las hienas terminarán saciando su apetito voraz a base de mordisquearle los higadillos.


Éste sí que es otro Alí, un pobre diablo. Un ladrón, qué decepción, dímelo a mí...

Jaffar, el visir del Sultán, va a ser la pieza fundamental en Aladdín. Él desencadena la historia, encuentra a Aladdín, le lleva hasta la lámpara mágica, y finalmente todos le terminan dando por... saco. El genio, a pesar de estar bajo su dominio, desea que Aladdín le zurre ("Jaffar Jaffar, gran señor, y si pierde... ¡Mejor!"). Le traiciona hasta el loro. Bajo la letra de su tema musical vemos a un tipo tremendamente clasista ("Éste sí que es otro Alí, un pobre diablo. Un ladrón, qué decepción..."), que no soporta que un mindanga del tres al cuarto (pero con la tremendamente sexy cara de Tom Cruise) le arrebate a la chica de turno, y trata de dejarle ante ella a la altura del betún ("Ven Yasmín a ver el fin del ser más ruín. Y vas a ver que no hay más, mintió ¡qué pena me das! ¡Di adiós a tus sueños con Alí!"). Para finalizar, sabemos que tiene grandes lagunas en su conocimientos geográficos, pues si bien amenaza con enviar a Aladdín al infierno ("Y yo te invito a un viaje final, súbete a bordo que va a despegar.Un viaje eterno al mismo infierno..."), que es entendido como un lugar caluroso, con grandes llamaradas y diablillos que te clavan los tridentes en el costado, termina mandando a Aladdín, la alfombra y Abú a... ¿Siberia?

Podéis llevar cualquier botín, pero, ¡recordad que la bestia es mía!

No es un secreto que Gastón estaba perdidamente enamorado de Bella. Pero Bella era una chica bastante más profunda, y no era de esas adolescentes que caen de rodillas ante un mentón firme y unos musculazos/tableta de chocolate. Bella buscaba algo más. Sin embargo, Gastón no lo comprende, y su frustración se torna en cólera contra la Bestia, a la que difamará vilmente ("¡Se llevará a vuestros hijos! ¡Vendrá a buscarlos por la noche! ¡No estaremos a salvo hasta que su cabeza esté colgada en mi pared! ¡Hay que matar a la bestia!"). A pesar de que Bella le cuenta las innumerables bondades del peludo, Gastón incita a los aldeanos a ir al castillo ("Avanzad sin cesar entre nieblas y tinieblas a través de un negro bosque aterrador. Al pasar un pinar llegaremos a un castillo donde un monstruo nos espera en su interior") cometiendo allanamiento de morada, para intentar matar a la Bestia ("Su feror da pavor, esa bestia feroz morirá... ¡Morirá! ¡A por él!"). No contesto con este repertorio, hará apología de la violencia armamentística ("Enpuñemos ya la armas") y producirá un brote de histericismo en el populacho ("¡Se llevará a vuestros hijos! ¡Vendrá a buscarlos por la noche!" "¡Esta aldea está perdida si la bestia llega aquí!"). Claro está, que Gastón este mecanismo publicitario lo llevaba bien estudiado, y da frutos evidentes: el pueblo se rinde ante él y cumple sus órdenes ("Sigamos a Gastón hasta el final [...] Es cruel, es Luzbel, a por él en tropel, una lucha sin cuartel..."). A todo esto debemos sumar que Gastón se erige él mismo como lider de todo un pueblo ("No dudéis, seguidme a mí").

Y esto es solo un aperitivo. Dejad que refresque los oxidados recuerdos de mi feliz infancia, que rebusque entre vagos recuerdos de bocatas de nocilla, cromos panini y Gordon Childe y su teoría del fósil director... y traeré más.

"Fijaos, sí... ésta es una combinación de pipa, cafetera, y freidora de patatas."

Aladdín


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