Una característica de los superhéroes: el mantenimiento del Status Quo

13 de diciembre de 2006
Entendemos el Status Quo como el equilibrio correcto, la serie de sucesos que entendemos como normal, sin alteraciones de ningún tipo y duradera en el tiempo.


Los superhéroes -no sólo los americanos, pero sí es cierto que ellos son el máximo exponente- van a defender ésta situación de equilibrio, de normalidad. Los grandes villanos crearán momentos de tensión y de terror, pero tras el desarrollo de la aventura y la acción llevada a cabo por los protagonistas, todo volverá a ser como antes. Ésta sociedad, dominada por su Status Quo, refleja tranquilidad. El lector asiduo sabe que las amenazas serán eliminadas y se retornará a la paz habitual. Es tremendamente complicado que en un cómic se introduzcan cambios perennes, que afecten de lleno al transcurso general de la historia y vayan a ser frecuentes desde el momento del cambio en adelante. Normalmente cada cómic tiene su historia, descrita en los primeros números, en la que se asientan las bases de la publicación. De ahí en adelante, todo girará en torno a esos acontecimientos, con escasos cambios. Así, el mantenimiento del equilibrio o Status Quo no sólo afecta al reflejo de la sociedad en el cómic, sino que golpea de lleno al superhéroe en cuestión.

Los cambios que hay en la vida de un superhéroe son escasos. Spiderman (Peter Parker) siempre será reportero del Daily Bugle. Nunca ascenderá, ni dejará el trabajo por otro mejor remunerado. A Superman o Clark Kent también le ocurre lo mismo, al igual que Batman (Bruce Wayne) nunca se verá en la obligación de hipotecar su mansión y despedir a su mayordomo Alfred. Y estoy convencido de que, si algo de esto ocurriese, sería sólo por un breve periodo de tiempo, tras el cual todo volvería a la normalidad. El Status Quo no sólo garantiza el retorno a la normalidad en cada historia, sino que además es el “ancla que encadena” a los protagonistas y les impide crecer. Pongamos como ejemplo el cómic de Spiderman; el primer número aparece en 1962. Si ponemos en ese entonces que la Tía May, la tía del protagonista que lo cuida desde pequeño, tenía unos sesenta años de edad (aproximadamente), en los últimos números, esta buena mujer tendría 104 años. Claro que, por esta regla, Peter Parker sería un cincuentón. Pero esto no sucede, los cómics inmortalizan a sus protagonistas.

Esto hace que sea necesario reescribir las aventuras cada tiempo, para adaptarlas al momento. La longevidad de estos superhéroes y la gran cantidad de hazañas que van dejando tras de sí hace que sea relativamente fácil tener un tropezón y caer en incongruencias. Además, algunos de éstos personajes no formarán parte de una única línea editorial, sino que se pasean por otros cómics: Por ejemplo, Spiderman ha colaborado con Los Cuatro Fantásticos, o con Daredevil. También es habitual encontrarnos un crossover, un cruce de historias entre dos o más superhéroes. (Uno de los crossovers con más reputación podría ser las Secret Wars de Marvel, donde encontramos a gran parte del plantel de superhéroes de la compañía). Toda esta vida social de los superhéroes (tras la cual se esconde un estudiado plan de marketing) hará que sea aún más sencillo repetirse y enredarse.


 Extracto de "Cómics y Sociedad", uno de los trabajos que hice el año pasado para la universidad.

"La historia la escriben aquellos que cuelgan a los héroes."

Braveheart


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1 comentarios:

  • Oye, pues muy interesante. Deberías dejar por aquí más trozos de ese trabajo tan interesante. Un saludo.

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